Diagnóstico de la deficiencia auditiva

El diagnóstico dependerá de la edad del sujeto. Según los últimos informes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre 3 – 4 de cada 1000 recién nacidos tienen problemas de audición de algún tipo. La mayoría de estos últimos poseen padres normoyentes.

La OMS también incide en que se deberían hacer pruebas de audición a los bebés ya que el 60% de los casos de deficiencia auditiva podrían evitarse con medidas preventivas.

En España, en 2003 el Ministerio de Sanidad y Consumo junto con las Comunidades Autónomas decretaron la obligatoriedad estatal de identificar problemas auditivos en todos los recién nacidos mediante el "Programa de Detección Precoz de la Sordera".

En 1995, la Confederación Española de Familias Sordas (FIAPAS) creó la Comisión para la Detección Precoz de la Hipoacusia (CODEPEH). Este programa ofrece una serie de signos que pueden permitir detectar deficiencias auditivas en función del grupo de edad al que pertenezca.

Signos de posible deficiencia auditiva en bebés:

  • Parece demasiado tranquilo.
  • No gira la cabeza hacia sonidos familiares.
  • No imita vocalizaciones de los adultos.
  • No se asusta ante ruidos fuertes.
  • Parece que oye unos sonidos pero no otros.
  • No dice palabras simples al año de vida.

Signos de posible deficiencia auditiva en niños:

  • No se entienden las palabras que emite.
  • Es excesivamente distraído.
  • No contesta a preguntas sencillas.
  • No obedece a órdenes sencillas.
  • No presta atención a cuentos.
  • Padece alergias, otitis y catarros recurrentes.
  • No es capaz de cantar o tararear.
  • Se aísla de otros niños.
  • Si no tiene lenguaje, cesa o evoluciona lentamente para su edad.
  • No muestra un lenguaje maduro y solo le entiende su familia.
  • No puede contar que le pasa.

En personas adultas es probable que se ignore la pérdida de audición en un principio porque es un proceso gradual y los primeros síntomas serán difíciles de reconocer, atribuyéndose a causas externas. Los siguientes síntomas pueden hacer ostensible un problema de audición:

  • Dificultad para escuchar susurros.
  • Dificultad para comunicarse en grupos pequeños de personas.
  • Pedir la repetición de palabras en una conversación.
  • Problemas para percibir sonidos agudos y/o graves.
  • Necesidad de elevar el volumen del televisor, radio, reproductor de música...etc.
  • Dificultad de comunicación en ambientes ruidosos.
  • Uso de la lectura labial para seguir una conversación.
  • Necesidad de concentración para seguir una conversación.
  • Amigos y familiares resaltan que perciben una pérdida de audición.

Técnicas de diagnóstico

Las pruebas de diagnóstico están diseñadas para saber cuánto y cómo oímos. Existen dos tipos de pruebas, las subjetivas y las objetivas.

  • Las pruebas subjetivas necesitan de colaboración del sujeto para medir su nivel de audición.
    • Audiometría conductual: Analiza la respuesta al sonido y el funcionamiento de todas las partes del oído. Se emplea en niños pequeños utilizando reflejos condicionados.
    • Peep-show: Utiliza juguetes o instrumentos de frecuencia conocida a determinada intensidad para evaluar la audición infantil. Tras la emisión de un tono a frecuencia e intensidad conocidas se realiza una actividad visual, así que cuando el niño escucha un determinado sonido espera el comienzo de una determinada actividad; en caso contrario, no relaciona ambas situaciones.
    • Audiometría tonal liminar: Los estímulos son sonidos con una frecuencia e intensidad determinadas. Esta audiometría se puede realizar tanto por vía aérea (a través del CAE, utilizando la vía auditiva natural), como por vía ósea (estimulan directamente el oído interno). El sujeto responde cuando oye, es muy fiable y puede realizarse a partir de los 4 años.
    • Audiometría verbal: Los estímulos son listas de palabras conocidas (listas cerradas), o no conocidas por el sujeto (listas abiertas), mostradas fonéticamente. Se evalúa el porcentaje de compresión a distintas intensidades. Esta prueba puede realizarse en cabina o en campo libre.
    • Pruebas supraliminares: Destinadas a saber si una pérdida neurosensorial es coclear o retrococlear.
  • Las pruebas objetivas permiten evaluar sin la colaboración del sujeto, pudiendo estar este dormido.
    • Reflejo estapedial: Se realiza mediante aparatos de impedanciometría. El reflejo estará presente si la hipoacusia no es muy profunda y ausente en algunas patologías neurosensoriales y en la otosclerosis.
    • Impedanciometría: Exige que la membrana timpánica esté íntegra para su realización. Mide las presiones en el oído medio y nos informa sobre si hay rigidez o alteraciones en el sistema de transmisión sonora.
    • Otoemisiones Acústicas (OEA): Procedimiento objetivo no invasivo, no mide el nivel de audición sino que examina si la cóclea responde dentro de parámetros normales.
    • Potenciales Evocados Auditivos de Tronco Cerebral (PEATC): Evalúa la respuesta del cerebro al sonido, en un electroencefalograma tras aplicar estímulos sonoros.
    • Potenciales de estado estable: Aportan información sobre la vía auditiva, en particular la determinación de umbrales auditivos.
    • Tomografía por emisión de positrones (PET): Aporta información sobre los cambios en el metabolismo cerebral con estímulos auditivos. Nos permite conocer áreas de estimulación cerebral y evaluar los cambios obtenidos tras la estimulación.

Existen otros métodos observacionales como son la prueba de Weber y Rinne, mediante la utilización de diapasones (dispositivo metálico con forma de horquilla que reproduce el tono de una nota en particular y se utiliza para la afinación de instrumentos) dan información cualitativa, mientras las pruebas anteriores dan información cuantitativa. Se utilizan para evaluar la capacidad auditiva por vía aérea y vía ósea cuando las pruebas anteriores dan resultados imprecisos o las pérdidas auditivas son asintomáticas.

Prueba de Weber: Compara las vías óseas de ambos oídos. Se golpea el diapasón y se coloca el pie de éste sobre la línea media de la cabeza o la frente del sujeto. Se le pide que especifique donde escucha el sonido.

  • No lateraliza, escucha en la línea media.
  • Lateraliza en el oído izquierdo.
  • Lateraliza en el oído derecho.

En normoyentes, o con hipoacusias simétricas el test de Weber no lateraliza, escucha igual por ambos lados. En hipoacusias de conducción, el test de Weber lateraliza hacia el oído con menos capacidad auditiva. En hipoacusias neurosensoriales, el test de Weber lateraliza hacia el oído con más capacidad auditiva. Se usa para el diagnóstico de hipoacusias bilaterales o unilaterales asimétricas.

Prueba de Rinne: Compara la audición por vía aérea y vía ósea. Se golpea el diapasón y se coloca el pie de éste sobre la apófisis mastoides (vía ósea) hasta que el sujeto lo deja de oír. Mientras el diapasón vibra se colocan las ramas a 2 cm del pabellón auditivo externo (vía aérea).

  • Las personas con audición normal, oyen mejor por vía aérea. El resultado del test de Rinne es +
  • Muestra hipoacusia de conducción, si oye mejor por la vía ósea. El resultado del test de Rinne es –
  • Muestra hipoacusia neurosensorial, si oye mejor por la vía aérea pero la percepción de ambas vías se ve disminuida. El resultado del test de Rinne es +

Impacto psicológico en los padres

El nacimiento de un hijo con una deficiencia es para los padres un acontecimiento inesperado e incomprensible. Parece imposible predecir el resultado emocional que asumirán, sin olvidar que la reacción puede variar de una familia a otra, de una persona a otra e incluso puede conllevar la no aceptación de la realidad.

Puede ser un factor perturbador de la dinámica familiar, ya que la situación exige una aceptación instantánea aunque los padres no se sientan preparados para enfrentarse a los problemas asociados a la deficiencia auditiva y a los que surgirán en un futuro.

Hay muchos factores que pueden determinar la respuesta ante la diferencia:

  • Nivel sociocultural de los padres.
  • Características psicológicas de los padres.
  • Momento vital y apoyos con los que cuentan.
  • Expectativas, y percepción de la discapacidad.
  • Sexo del niño, y apariencia.
  • Valores frente a la vida.

Elizabeth Kübler Ross en su libro On Death and Dying: What the Dying Have to Teach Doctors, Nurses, Clergy and Their Own Families, identifica cinco etapas emocionales que suelen atravesar los padres con un hijo con discapacidad y que, en función de cada situación, pueden durar más o menos tiempo, presentarse a la vez, volver a aparecer más adelante, etc. Las cinco etapas son:

  • Negación: los padres se aferran a la idea de que el diagnóstico es erróneo.
  • Miedo y frustración: los padres pueden culparse mutuamente de la causa de la discapacidad; también pueden culpar al médico, la religión o a la vida, o incluso al propio hijo. Estas reacciones suelen ser fruto de la impotencia.
  • Negociación: no aceptan el diagnóstico por completo, se sigue cuestionando la información pero se empieza a dialogar con el médico y el niño sobre el problema.
  • Depresión: el agotamiento, tanto físico como mental, es un fuerte lastre, y suelen manifestarse síntomas de la depresión (tristeza, incertidumbre, dolor, vacío…, etc.).
  • Aceptación: se acepta parcial o totalmente la discapacidad del niño, aunque las etapas anteriores pueden volver a presentarse. Se empieza a buscar apoyo en personas con circunstancias similares.

Cabe destacar que cada individuo es diferente y sobrelleva las dificultades de diversas maneras.

Los roles desempeñados por padres y madres ante la discapacidad de un hijo son diferentes. Los pocos estudios sobre este tema remarcan que si el padre acepta la condición de su hijo, se reforzará el lazo marital y la madre sentirá que tiene alguien en quién apoyarse.

De acuerdo a Meyer en su libro Uncommon fathers: Reflections on raising a child with a disability, una reacción negativa por parte del padre se ha relacionado con que el sexo del menor sea varón y con el grado de discapacidad. Los padres sufren mayor grado de depresión por su dificultad para expresar sentimientos, y las madres períodos de crisis y euforia, presentando mayor tendencia a exteriorizar sus sentimientos evitando la propensión a la depresión.

Otras situaciones vividas por algunos padres son:

  • Sentimientos de culpa.
  • Comportamientos reactivos.
  • Vergüenza.

Nuñez y colaboradores, en su artículo El vínculo fraterno cuando uno de los hermanos tiene discapacidad destacan que también supone un cambio de vida para los hermanos del niño con discapacidad. Indican que recae sobre ellos mucha responsabilidad, lo que puede provocar problemas de conducta como son: sentimientos de culpa, pena, llamadas de atención, miedo a ser ellos discapacitados y excesiva preocupación por el futuro.

Existen movimientos asociativos de familias que se unen para compartir experiencias, apoyarse unos a otros y encontrar información (psicológica, educativa, médica…etc) que les ayude a sobrellevar la situación, superar problemas emocionales y familiares ante la presencia de un problema auditivo. Para más información ver la página de recursos Asociaciones y federaciones.